Os pido disculpas a todos por llevar tanto tiempo sin actualizar el Blog. No he estado desaparecido exactamente. Pasé una época en la que necesitaba cuidarme y centrarme en mí. Y después, cuando me recuperé, volví a dar mis charlas sobre mi experiencia en primera persona con el TOC. Entre las charlas, mi trabajo, la novela que estoy escribiendo actualmente... no he tenido otro remedio que dejar el blog aparcado, esperando el momento oportuno para volver.
Ese momento es hoy. Estas semanas he recibido la alegre noticia de que Tocados ya ha entrado en su 3a edición y he tenido el honor de recoger el Premio Salud Mental 2019 otorgado por la Federación de Salud Mental de Castilla y León y -más recientemente- el Premio Quijote otorgado por la Federación Salud Mental de Castilla La Mancha. Mi madre dice que estoy recibiendo de vuelta por todo lo que he ido cultivando estos años. Ya sabéis, las madres... Yo estoy muy agradecido y, como suelo decir, hago lo que puedo, hasta donde puedo, lo mejor que puedo.
“La Junta Directiva de la Federación ha decidido, por unanimidad, conceder a D. Damián Alcolea el Premio D. Quijote 2019, por considerar que sus valientes testimonios en primera persona han contribuido de manera esencial en la lucha contra el estigma en salud mental.
En una sociedad donde las personas con problemas de salud mental viven estigmatizadas, donde determinados problemas de salud mental conllevan exclusión y rechazo y otros se banalizan o no se afrontan, los testimonios en primera persona de D. Damián Alcolea suponen una mirada de esperanza para todo el colectivo de personas con sufrimiento psíquico y sus familias y una puerta hacia la lucha y la reivindicación de derechos.”
El otro día viví una jornada muy especial en Toledo. Yo recogía el Premio Quijote otorgado por la Federación de Salud Mental de Castilla La Mancha. Estaba en mi región y parte de mi familia pudo trasladarse desde mi pueblo para estar en el acto. El momento en que di mi discurso fue muy emocionante. Muchas personas me pidieron más tarde si podían tener el texto por escrito y, por eso, he decidido sacar un hueco hoy para publicarlo en el blog. Probablemente, en las próximas semanas, vaya publicando algunos discursos más que he dado en el último año.
Espero que os guste. Os dejo una bonita foto de la jornada.
Mi madre, mi hermana Sandra con mi sobrino Fernando, mi padre y yo.
DISCURSO DE AGRADECIMIENTO
PREMIO QUIJOTE SALUD MENTAL 2019
“UBUNTU”
Un antropólogo estaba estudiando los hábitos y costumbres de una tribu zulú de Sudáfrica. Se lo ocurrió poner una cesta llena de frutas y dulces a la ató un precioso lazo azul. La puso debajo de un árbol solitario y se alejó unos metros. Dibujó una línea en el suelo y llamó a todos los niños y niñas de la tribu. Entonces les dijo que se colocarían detrás de la línea y que cuando él diera la señal correrían hacia la cesta y que el primero en llegar se quedaría con todas las frutas y todos los dulces.
Los niños se colocaron tras la línea de salida y el antropólogo dio la señal pero lo que ocurrió después le dejó sin palabras. Inesperadamente, todos los niños se cogieron de las manos y corrieron juntos hacia la cesta. Cuando llegaron, se sentaron a disfrutar en grupo de todos los manjares.
El antropólogo no se lo podía creer así que se acercó a ellos y les preguntó porqué había hecho eso.
Una de las niñas dijo: Ubuntu. ¿Cómo cualquiera de nosotros podría estar contento si todos los demás están tristes?
Él preguntó: “¿Qué significa Ubuntu?” “Yo soy porque nosotros somos”.
El lema de este año del día mundial de la Salud Mental es Conecta con la vida.
Cuando uno vive con malestar psíquico hasta un grado que siente que es insoportable, lo que pasa es precisamente que desconectas de la vida.
Y lo sé porque como muchas personas, también lo he vivido.
Desde pequeño viví con miedo. Le tenía miedo a todo. Desde ir solo al baño a la oscuridad. Y pronto ese miedo se convirtió en sufrimiento. Y con el tiempo ese sufrimiento llegó a hacerse simplemente incontenible. Yo dormía mucho, todo lo que podía. No encontraba tiempo ni energía en ver a mis amigos. Sentía que no podía encontrar belleza en ningún lugar. Apenas comía ni tenía fuerzas para nada. No encontraba sentido en lo que antes me hacía feliz. Sentía que no tenía fuerza para vivir. Literalmente.
Es imprescindible recordarlo: diez personas se quitan la vida al día en nuestro país. En 2017 se suicidaron 3.679 personas. En España, el suicidio lleva siendo la primera causa de muerte no natural durante 12 años duplicando al número de fallecimientos por accidentes de tráfico. Sin embargo, hablar de suicidio, de intentos de suicidio o de ideaciones suicidas sigue siendo un enorme tabú y suponiendo un auténtico estigma social.
Yo tuve ideaciones suicidas pero afortunadamente volví a conectar con la vida. Y hoy quiero dar las Gracias a Dios por haberme ayudado a hacerlo. Y por haberme ayudado a convertir mis heridas en una herramienta de contribución. Por ayudarme a despertar conciencia colectiva en torno a la salud mental. Y por permitirme dar esperanza para seguir aunque solo sea a una persona.
Como sociedad no podemos mirar hacia otro lado ni seguir dejando la conversación oculta como si fuera un motivo del que avergonzarnos. Y sobre todo, como dijo ayer Nel González, Presidente de la Confederación Salud Mental España, “no podemos poner la responsabilidad del malestar psíquico en los propios individuos que lo sufren”. Es una responsabilidad de nuestra sociedad tratar este tema de una forma integral y transversal pues las causas del sufrimiento psíquico son en la mayoría de los casos sociales y transversales.
Decía Jiddu Krishnamurti, “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.
Nuestra sociedad eleva a los altares del éxito social la juventud, la belleza física, la fuerza o la productividad. Constantemente recibimos señales constantes de que si no somos productivos no somos valiosos. De que si no somos lo suficientemente bellos no somos aptos. De que si somos demasiado mayores ya no somos importantes. De que si no somos lo suficientemente delgadas o masculinos o femeninas o inteligentes no merecemos ocupar un espacio. Y esas señales las recibimos en todas partes: a través de la publicidad, a través del acceso al mercado laboral...
No nos damos cuenta de que la misma naturaleza patológica de nuestra sociedad es la primera responsable del malestar psíquico que padecen miles, millones de personas.
¿Cómo puede una persona sensible mantener la cordura al ver que miles de personas mueren en el mediterráneo mientras Europa sigue vendiendo armas a los países de los que huyen?
¿Cómo puede una persona sensible mantener la cordura al ver que el coste de la corrupción en España asciende a miles de millones de euros anuales mientras ve como familias enteras son desahuciadas?
¿Cómo puede una persona sensible mantener la cordura cuando las personas que sacan de la tierra los alimentos que nos dan de comer cobran una miseria mientras los banqueros cobran cifras astronómicas?
¿Cómo puede una persona sensible mantener la cordura cuando la sociedad en la que vive la ha perdido completamente? ¿Cuando actitudes patológicas de odio, egoísmo, se convierten en la norma?
Y sin embargo, los bien adaptados son los cuerdos. Y los que sufrimos, somos los locos.
Hoy me llena de orgullo estar en mi tierra para recibir este reconocimiento y doy las gracias a la Federación de Salud Mental Castilla La Mancha por haber convenido que soy merecedor de este Premio Quijote.
Y me gustaría dedicárselo:
-En primer lugar, porque lo que se recuerda sigue vivo, a los que ya no están porque no pudieron más. Porque no encontraron la manera de seguir. Porque perdieron toda esperanza.
-A los que sufren tanto y están tan desesperanzados que la idea del suicidio se ha hecho para ellos una compañera. Sois importantes. Sois necesarios. Buscad la luz. Volved a conectar con la vida.
-Al Movimiento Asociativo de Salud Mental y al Comité de Salud Mental en primera persona que tan gran labor está haciendo por conquistar espacios en los que se oigan voces de personas que viven con diversidad psíquica.
-A las familias, que luchan por los derechos y la dignidad de sus familiares con malestar psíquico y que les animan a usar su voz y a vivir con orgullo.
-A los profesionales de los servicios de salud mental pública de Castilla La Mancha que - a pesar de la precarización y de la falta de recursos- luchan por ofrecer una atención digna, humana y de calidad.
-Y por último me vais a permitir que se lo dedique a toda mi familia pero en particular: a mi madre, a mi padre, y a mis hermanas Cortes y Sandra. Sé que a veces ha sido difícil. Gracias por, en muchos momentos, solo estar ahí, a mi lado sin juzgarme pues eso era lo que más necesitaba.
Yo, como el Quijote, como todos los que estamos aquí hoy, soy solo un loco soñador que cree que otro mundo es posible. Pero ese mundo solo será posible si lo hacemos posible. No hay ya tiempo de esperar que todos nos queramos decidir a hacerlo. Ese mundo nuevo ya está aquí y en él todos tenemos un espacio y nadie es más que nadie.
Y en ese mundo que sueño la Salud Mental tendrá el valor y la importancia que se merece. Por parte de la sociedad y por parte de las administraciones. La gente hablará sin miedo de malestar psíquico y de suicidio, ya que se ha comprobado que hablar de ello ayuda a prevenirlo. Las personas no tendrán que esperar meses para ser atendidas por un psicólogo de la seguridad social cuando se encuentran al borde del abismo. Y nuestra sociedad pondrá el valor en lo verdaderamente importante.
Decía el activista por los derechos LGTB Harvey Milk, “tenemos que darle a la gente esperanza”. Es nuestra obligación darle a la gente esperanza. Sobre todo, como él decía, a las personas que sienten que se encuentran en los márgenes de nuestra sociedad: a las personas migrantes, a las mujeres víctimas de la violencia machista, a las personas que viven en las prisiones, a las personas sin hogar...
Es responsabilidad de todas y de todos escuchar al otro, estar al lado del otro sin juzgar. En definitiva, es responsabilidad de todas y de todos ayudar a los demás a conectar con la vida.
Y recordar siempre que “yo soy porque nosotros somos”.
Damián Alcolea
Toledo, 10 de Octubre de 2019