domingo, 20 de septiembre de 2015

EL TOC Y LOS PENSAMIENTOS SUICIDAS (RAZONES PARA VIVIR)

“Las creencias tienen el poder de crear y de destruir. 
Los seres humanos tienen la habilidad de tomar una experiencia en sus vidas 
y crear un significado destructivo o salvar sus vidas.” 
Anthony Robbins

“Abandonarse al dolor sin resistir, 
suicidarse para sustraerse de él, es
 abandonar el campo de batalla sin haber luchado.” 
Napoleón Bonaparte

En las muchas entrevistas que me han hecho no he ocultado que durante años batallé con pensamientos suicidas muy persistentes. De hecho, en la entrevista que me hizo el gran Juan Ramón Lucas en Onda Cero, eligieron un titular más que llamativo al respecto. 
Esos pensamientos no eran obsesiones en sí mismas. Eran pensamientos muy conscientes. Y eso era lo que más me aterraba. Padeciendo Trastorno obsesivo-compulsivo mi nivel de sufrimiento llegó a ser tan difícil de tolerar que fantaseaba con maneras de escapar de esa existencia. 
Sé que no soy el único que ha pasado por ello. 
En un estudio llevado a cabo en una unidad especializada en TOC en Barcelona se siguió a doscientos dieciocho pacientes ambulatorios con TOC durante un período de aproximadamente cuatro años de tratamiento. Citando las fuentes, "los pacientes con y sin ideas suicidas persistentes y con intentos de suicidio y no intentos de suicidio se compararon con variables sociodemográficas y clínicas". 
Los resultados desvelaron que durante el tratamiento, 18 pacientes (8,2% del total) habían tenido ideas suicidas persistentes, 11 (5%) intentó suicidarse y 2 (0,9%) se suicidó. En las conclusiones del estudio, se asociaron algunos factores como ser soltero, tener historia actual o previa de trastornos afectivos y padecer obsesiones de simetría y orden con las conductas suicidas. 
Por otro lado, los últimos datos con respecto al suicidio en España son realmente alarmantes. En 2013, último año del que existen cifras oficiales, se suicidaron 3870 personas en nuestro país. Y así y todo, el suicidio sigue siendo un tema tabú que parece no existir. 



En mi caso cuando me vi asediado por esas ideas, decidí cambiar mis patrones mentales y buscar razones para vivir. Tal que así. A pesar de que- en ocasiones- la dura batalla diaria del TOC se me hacía cuesta arriba, mi existencia cambió considerablemente al modificar ciertos parámetros de mi vida e introducir -poco a poco y de forma paulatina, ciertas pautas que os expongo a continuación:

*Ser agradecido. Uno de los hábitos que adopté y me ayudaron a cambiar mi manera de vivir significativamente fue dar gracias antes de acostarme por cinco cosas que me hubieran ocurrido o que hubiera experimentado durante la jornada. Podían ser cosas absolutamente cotidianas pero encontré que la clave del éxito de este poderoso hábito radica en tratar de no repetir y así ser conscientes de cuántos motivos tenemos en realidad para dar las gracias. A veces, son cosas tan aparentemente pequeñas (pero tan significativas) como el hecho de que un extraño te haya sonreído en el metro o cedido su lugar en el supermercado. Esto nos mueve de una zona de queja y de lamento a un hábito de gratitud. 
*Dejar de buscar la perfección. La búsqueda de la perfección paraliza a cualquiera, desde artistas a emprendedores. Concentrarme en "hacer" antes que en "hacer perfecto" me ayudó (y ayuda) a vivir una vida más ligera. Además incorporé y acepté el error como parte del proceso (como paciente de TOC aún estoy en ello y -a día de hoy- sigue siendo un desafío). 
*Dejar el pasado en el pasado. Como dice una buena amiga mía, "el pasado, pisado". Así es. Pero muchos de nosotros vamos arrastrando hasta el día de hoy lo que nos ocurrió en la infancia, aquello horrible que nos pasó cuando íbamos al instituto o eso que nos hizo aquel amigo o pareja. Louis L. Hay, la pionera de los libros de autoayuda, repite en sus libros la poderosa afirmación: "El pasado no tiene ningún poder sobre mí". Y así es. Aunque es difícil creerlo al principio, cuando conecté con el poder que encierra esta afirmación, me convertí en una persona mucho más libre. 
*Perdónate a ti mismo; perdona a los demás. Trabajar el perdón como parte de ese trabajo de liberar lastre para mí fue primordial. Ahora reconozco que hago las cosas lo mejor que puedo en cada momento y me perdono si me equivoco. Por otro lado, tiendo a comprender mejor a los demás, entendiendo que ellos también obran de la mejor manera que saben, aunque a veces se equivoquen. Eso me ha ayudado a perdonar a la gente que -en algún momento- de forma consciente o inconsciente- me ha hecho daño y a dirigir mi mirada hacia los demás de una forma mucho más amorosa y compasiva. 
*Amarme a mí mismo. Traté de buscar las claves para amarme de verdad a mí mismo de forma incondicional. Cuando mi autoestima estaba dañada y no encontraba razones para hacerlo, me imaginaba que yo era mi mejor amigo y me daba el trato que le daría a esa persona especial para mí. Empecé a cuidar el modo en que me refería a mí mismo y desarrollé el hábito de referirme a mí mismo con palabras amorosas y que pusieran énfasis en mis cualidades. 
*Amar a los demás. El amor mueve el mundo. Qué verdad tan grande. Pero no hablo solo del amor de pareja. Hablo del amor en general. El amor a tu familia, a tus amigos, el amor hacia tus mascotas o hacia tus vecinos. Y a través del amor, aprender a recibir, aceptar y apreciar el amor de los demás. Y sentirme digno de él. 
*Dar más. Me di cuenta de que, incluso cuando peor me encontraba, siempre podía dar más a los demás. Durante casi dos años tuve la suerte de participar en un voluntariado con niños enfermos y lo que recibí a cambio fue mucho más que lo que yo pude ofrecer. Esa es la maravillosa paradoja de dar más. 
*Ser resiliente y perseverante. Nadie dijo que esto iba a ser fácil. Ten paciencia. Sé que vivir con TOC a veces es muy duro. Pero con perseverancia, buenos hábitos y un correcto tratamiento y terapia, eventualmente se hace más fácil. Es importante recordar lo poderosos que somos en realidad y que podemos superar cada dificultad que se pone en nuestro camino. 

*Ser consciente de mi poder. Y utilizarlo para cambiar mis circunstancias cuando no son buenas. Tengo dos manos y dos pies, y más allá de eso tengo una conciencia con la que puedo obrar maravillas y crear cambios a mi alrededor. 
*Cambiar lo que esté en mi mano y aceptar lo que no pueda cambiar. Como dice la famosa oración de la Serenidad de Reinhold Niebuhr: 
"Dios, concédeme Serenidad para aceptar 
las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar las que puedo
y Sabiduría para reconocer la diferencia". 

*Alimentar lo positivo. Muy a menudo sin darnos cuenta nos encontramos atascados en hábitos nocivos como la autocrítica, la crítica a los demás y la queja. Evitar quejarme, criticar la vida (o el mal tiempo), a los demás y -sobre todo- a mí mismo, que era uno de mis malos hábitos más recurrentes, cambió significativamente mi experiencia de vida. En lugar de estos hábitos, incorporé otros nuevos: agradecer, valorar las cosas en detalle y alimentar lo positivo. Algunos de los ejercicios más poderosos que hacía (y sigo haciendo al respecto) es apreciar mis cualidades (en lugar de criticarme), alabar mis pequeños o grandes logros (en vez de concentrarme en lo que "aún no he conseguido") y utilizar las afirmaciones de Louis L. Hay mirándome en el espejo. 
*Renunciar al drama, como dice el sabio Leo Babauta en su maravilloso blog Zen Habits, abandonar el drama nos ayuda a vivir una vida más sencilla y más feliz.
*Usar el humor y ponerle diversión a la vida. Hasta en los momentos de crisis más difíciles hay algo de comedia y humor. Saber apreciar esos atisbos y sacarles partido para reírnos un poco de nuestra situación nos ayuda a distanciarnos un poco de nuestra situación y a mantener viva nuestra esperanza. 
*Tener fe. Tener fe en que todo irá bien, tener fe en la vida, en mis capacidades, en que puedo hacer realidad mis sueños más grandes y en que el Universo (o Dios) conspiran conmigo para ayudarme a conseguirlos. Confiar en el curso de la vida nos ayuda a darnos cuenta de que a veces no conseguir lo que queremos en el momento en que lo deseamos  es lo mejor que nos puede ocurrir. Como se suele decir: "La fe mueve montañas". 


*Encontrar el sentido. Viktor Frankl, autor del famoso libro "El hombre en busca de sentido" y padre de la Logoterapia, vivió su vida comprometido con extender el mensaje de que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano y que la atención clínica a esta es esencial para la recuperación integral del paciente. Su experiencia como prisionero de campos de concentración nazis atestigua que no hay situación en la que no se pueda hallar el sentido de la vida. 
*Preguntarme qué espera la vida de mí. Y llevarlo a la práctica. Vuelvo a remitirme a las eternas enseñanzas de Viktor Frankl. En una ocasión, las autoridades obligaron a los prisioneros del campo a ayunar un día entero porque uno de ellos, al borde de la inanición, había robado unas patatas y sus compañeros se negaron a delatarlo. Los prisioneros estaban hambrientos, helados de frío y completamente desanimados. Viktor se vio obligado entonces a dar una charla con la motivación de ayudarles y levantar su espíritu. Su discurso se articuló en torno a esta idea: "No importa que no esperemos nada de la vida. Lo que verdaderamente importa es lo que la vida espera de nosotros". Según él mismo afirma, a pesar de que estemos atravesando circunstancias adversas o condiciones difíciles, a todos nos aguarda un cometido que cumplir que está en nuestras manos descubrir. Algunos encuentran ese sentido en la religión o en el deporte; para otros puede ser escribir un libro, crear una obra de arte o extender una idea; y para otros crear una asociación/fundación o unirse a una labor humanitaria. Ese cometido/sentido de la vida de cada uno es diferente y depende solo de uno mismo descubrirlo. 
*Ver el milagro de la vida en cada detalle. Empezando por el hecho de que estemos aquí. Y siguiendo por el hecho de que el oxígeno entre en nuestros pulmones. La apreciación es el secreto. 
*Decir que sí a la vida. Aprovechar la oportunidad de vivir algo nuevo. ¿Tus amigos te invitan a un concierto y no estás seguro de si te va a gustar? Dí que sí. Ve. ¿Te surge la oportunidad de ayudar a alguien a subir su maleta en las escaleras del metro y te da corte ofrecerle tu ayuda a un completo desconocido? Dí que sí. Ofrécesela. Estáte atento a la vida y dile que sí. 




Estos son mis 18 consejos para amar la vida. ¿Cuáles son los vuestros?